lunes, febrero 26, 2007

Proyecto y método en arquitectura (Decimocuarta parte)

POR MARIO ROSALDO
ACTUALIZACIÓN 20 DE OCTUBRE DE 2013




Como hemos dicho previamente la tercera «tradición» de Jencks es la «intuitiva». Comienza dividiendo el tema otra vez en dos partes, la primera que trata sobre el utopismo de Bruno Taut (1880-1938) y el Expresionismo, y la segunda —de mayor extensión— que aborda la llamada «Arquitectura Fantástica» de los años sesenta, la cual —a juicio de Jencks— fue un retorno del Expresionismo. En ambas partes Jencks subraya el vago carácter anarquista de esta «tradición intuitiva». Pues, en su opinión, lo desafortunado es que los ideales anarquistas nunca se hayan llevado muy lejos en la práctica, y esto es un reproche suyo tanto político, y moral, como estético; pues, aunque Jencks se refiere aparentemente sólo a la escasa producción de ejemplos de arquitectura expresionista, tales como los de Taut, Mendelsohn, Poelzig y Häring, al decir que

«[por esta falta de realización práctica] cuando el Expresionismo renació como Arquitectura Fantástica en los sesenta las raíces políticas e ideológicas se habían socavado [eroded[1].

está afirmando que los ideales anarquistas no consiguieron llegar íntegros ni con efectividad por alguna irresoluble contradicción entre la práctica y la teoría de los arquitectos anarquista-expresionistas. Esto es, Jencks admite que la política está presente en los arquitectos expresionistas bajo cierta forma de anarquismo, pero encuentra que la indefinición y la superficialidad en sus acciones les impiden realizar por completo una verdadera práctica política. Según Jencks, es esta especie de inconsistencia y falta de profundidad lo que abre el camino en los años sesenta a un Expresionismo puramente «fantástico», apolítico o separado de toda acción consecuentemente política. Pero, veamos cómo determina él este mencionado vago carácter anarquista del Expresionismo o, en general, de toda la «tradición intuitiva». De entrada establece hipotéticamente (él dice «tal vez») una relación de causa-efecto entre lo que llama «la independencia crítica de los arquitectos expresionistas» y «su ideología [de dichos arquitectos] de la creatividad individual la que a menudo se mezcla con una forma de anarquismo». Es decir, lo hipotético o posible es solamente la relación causa-efecto; Jencks está seguro, por el contrario, de que tanto la «independencia crítica» como la «ideología» que «a menudo» resulta ser anarquista son hechos evidentes. Hay que puntualizar que este «a menudo» significa que lamentablemente —en opinión de Jencks, desde luego— no siempre se trató de una genuina «ideología» anarquista. Ahora bien, para justificar este esbozo generalizador, para probar lo supuestamente evidente de los hechos, Jencks tan sólo nos remite al concepto de «El movimiento del Art Nouveau», y a «tales arquitectos como»[2] Antonio Gaudí (1852-1926) y Henry Van de Velde (1863-1957), y nos dice que